lunes, 26 de octubre de 2009

Más extraño que la ficción





Aunque el título ya sea una alusión directa a lo que la película será, hace falta sumergirse en los entresijos del argumento para enteder cómo la infografía se compenetra en el film. Harold, un hombre soso, sin esperanzas ni metas y que no tiene en cuenta la importancia de la rutina que lleva cada día, presencia como “alguien” –narrador- desvela sus más profundos sentimientos, miedos e incluso, intimidades. Aunque en principio cree que se está volviendo loco, pronto se da cuenta de que debe encontrar a la persona que se mete en su cabeza cada vez que él decide hacer algo que no sea respirar.



Algunos dicen que la rutina es “el hábito de renunciar a pensar” y así queda reflejado en este film. Cuando Harold empieza a darse cuenta de cada uno de los detalles de su rutina, empiezan a cobrar importancia todos ellos. Para hacerlo más explícito al espectador, Marc Forster recurre a representaciones visuales: líneas, cuadros, números... al fin y al cabo, gráficos que ayudan a comprender al personaje.



Tal y como Harold no se da cuenta de cómo la rutina hace que su vida siga en pie, tampoco nosotros nos percatamos de la importancia de la infografía en nuestro día a día. El protagonista, obsesionado con los números, es plasmado a la perfección en el largometraje con números que representan el trayecto que le queda por recorrer, las veces que se cepilla los dientes, e incluso el número de escaleras que sube. Esta obsesión lleva al director a reflexionar acerca de aquellas cosas que están implícitas en nuestra vida y de las que no somos conscientes que pasan.




Carolina Chávez

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